domingo, 19 de septiembre de 2010

¡LOS AMIGOS!

El verano, la muerte de mi suegra, mi hijo, casado y viviendo en el extranjero; los golpes que en su salud están recibibieno nuestros amigos, el verano en Córdoba... hizo que repasáramos, Mariví, mi mujer, y yo, nuestro "activo" y llegamos a la conclusión que lo mejor que teníamos, además de nosotros 4 (tenemos dos hijos), eran nuestros amigos. No es fácil trasladar este sentimiento hacia ellos: no se dejan, te cortan... Hoy, en el País Semanal, Rosa Montero publica un artículo que recoge lo que yo quiero atreverme a decirles a ellos, a mis amigos.


ROSA MONTERO 19/09/2010 EL PAÍS SEMANAL.

Llevo meses intentando escribir un artículo sobre la amistad y siempre me detiene el miedo de no estar a la altura. De que mis palabras no logren merecerse a mis amigos. Las loas a la amistad son un lugar común demasiado común: todo el mundo se calienta la boca hablando de ello (yo también lo he hecho). “Lo más importante en la vida son los amigos”, gorjean alegremente los concursantes más descerebrados de los reality shows o las contertulias más malvadas de la telebasura. Amigos y amistad son hermosas palabras que el uso y el abuso han desgastado.

2Con los años, las amistades se profundizan. Alcanzan un nivel de emoción indescriptible”
Lo de la amistad es como el amor. Todo el mundo cree saber de ello, todos nos consideramos grandes conocedores del asunto, expertos en los sentimientos y en la pasión, cuando, en realidad, son dos materias complejas e infinitas, profundos rincones del ser que uno sólo empieza a entender cuando madura. De jóvenes, de muy jóvenes, amigos y amores te llegan fácilmente, son una lluvia cálida y revuelta, confusa, ligera, amontonada. De joven, de muy joven, en realidad no escoges, aunque lo creas. Te haces amigo y te enamoras de lo primero que pasa. Porque necesitas querer. Somos así, y esa necesidad es conmovedora.
Y luego vas viviendo y te vas haciendo. Con suerte, y con esfuerzo, es posible que empieces a conocerte un poco. Y también vas encontrando a tu gente, a esas personas que se convertirán en tu mundo, en tu territorio. La única patria que reconozco son mis amigos. Es una patria exigente. La amistad requiere atención, entrega, riego constante. Hay que invertir muchas horas en cultivarla. Ahora que soy mayor, sé con toda certidumbre que es el mejor destino que puedes dar a tu tiempo. Es una de las cosas que he aprendido.
Digan lo que digan los animosos partidarios del optimismo vital, envejecer es algo bastante desagradable. Envejecer es perder; pierdes a la gente querida que se muere; pierdes capacidades físicas y, sobre todo, pierdes futuro: con lo hermosa que es la vida, cada vez se te queda más chica por delante. Pero con los años también ganas un par de cosas muy valiosas: sin duda experiencia, y si te lo trabajas, sabiduría, que es la suma del conocimiento intelectual y de la madurez emocional. Pero, sobre todo, ganas ese pasado común con los amigos. Crecer con los amigos, envejecer con ellos, ir trenzando a la espalda, con esos testigos de tu vida, años y años de una biografía compartida, es algo absolutamente maravilloso. Con los años, con los muchos años (yo tengo amigos activos desde hace tres décadas), las amistades se profundizan y agigantan. Alcanzan un nivel de emoción y de veracidad indescriptible.
Porque, con los años, las amistades se prueban de verdad. El tiempo puede herir; hay momentos en los que el tiempo se vuelve salvaje, y muerde y desgarra como una bestia furiosa. Y en esos tránsitos penosos de tu vida, en la angustia, en los problemas, en la desolación y la incertidumbre, los verdaderos amigos acuden a tu rescate. Con tal generosidad, con tal facilidad afectuosa, que realizan auténticas proezas como si en realidad no les costara nada (la última proeza sobrehumana que han hecho mis amigos por mí ha sido ayudarme en un traslado de domicilio y montarme la casa, prácticamente ellos solos, en cinco días). Los amigos te salvan literalmente la vida y lo hacen sin esperar nada, sin alardear de nada, por el puro placer de dar. Modestamente grandiosos.
A veces he jugado a imaginar cuáles serían mis últimos pensamientos antes de morir. Cómo sería el balance de mi existencia. Durante muchos años he supuesto que esas memorias ardientes y finales estarían compuestas por recuerdos de mis amores más apasionados, de la infancia y la familia, quizá de algunos momentos de mi escritura. Pero ahora sé que en ese recuento final brillarán como islas de luz algunos momentos mágicos con mis amigos. Esos regalos de cariño que me han dado, tan inmensos que siento que es imposible merecerlos. Eso también es la verdadera amistad: la sensación de estar felizmente en deuda con los otros. Por todo eso que ya hemos vivido, y por todo lo que todavía viviremos, gracias. Muchas gracias.

¡Se ha muerto Labordeta!

Suelo empezar mis días leyendo los periódicos de Córdoba por Internet: manera de seguir en contacto con la ciudad, "que es la mía desde 1985", y hoy, 19 de septiembre de 2010; en primera página, El día de Córdoba, publica la noticia del fallecimiento de José Antonio Labordeta y le dedica un amplio artículo para recordar su trayectoria vital y profesional.

domingo, 5 de septiembre de 2010

UN EJEMPLO DE SABIDURÍA

Cuentan que un viajero fue a visitar a un sabio maestro. Su humilde morada se encontraba prácticamente vacía, solamente tenía una cama, un cuenco para la comida y poco más. El visitante observó sorprendido esa austeridad y le preguntó: “¿Cómo es que vive con tan poco?”. A lo cual el sabio respondió: “Tú también vas con una mochila muy pequeña”. Ante estas palabras, el viajero alegó: “Pero es que yo solo estoy de paso, estoy viajando”, a lo cual el maestro añadió: “Yo también”.
EL PAÍS SEMANAL 05-09-2010

viernes, 3 de septiembre de 2010

Antes de que añochezca.

DIARIO CÓRDOBA. España
03/09/2010 MANUEL Fernández
Será por necesidad o por logística, pero hasta la Guardia Civil no quiere vivir en los pueblos chicos. La Asociación Unificada de Guardias Civiles pide reagrupar en Peñarroya los puestos de Villanueva del Rey, Belmez y Fuente Obejuna. El turismo rural está muy bien para desconectar, para ver por Internet las bucólicas fotos de cortijos perdidos por esos andurriales y para planear un largo fin de semana en pandilla de barbacoa y tragos largos en cantidad y tiempo. Y los pueblos son medicina contra el estrés en verano, Navidad y romerías señaladas. Y un estilo de vida sólo al alcance de fervientes creyentes en opciones arriesgadas. O una naturalidad sin imposturas para quienes hemos nacido en ellos. Pero para los profesionales de oposición, bolsa de trabajo o contrato coyuntural los pueblos son una jornada laboral de paso para conseguir puntos que los asienten definitivamente en un destino de más alcance. El médico, el maestro, la enfermera, el practicante y el guardia civil, figuras imprescindibles en la memoria de cualquier pueblo hasta la llegada de los Fondos Feder, ahora se montan en su coche a las tres de la tarde y salen pitando hacia horizontes más urbanos sin propiciar si quiera que crezca a su paso la hierba de las relaciones con el entorno. Y a los pueblos no le ha quedado más remedio que ponerse en manos del Guadalinfo para conocer esos mundos que antes contaban el médico o el maestro, aunque todavía se estile el jamón, el queso, los huevos o los chorizos como fórmula de agradecimiento interesado. Y las casas de los maestros y los cuarteles de la Guardia Civil son pura arqueología sociológica. Ya hasta hay curas y alcaldes que abandonan el rebaño o la ciudadanía, respectivamente, antes de que anochezca en los pueblos.