lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Ya está !


¡Ya han llegado!, los 5º's están ilusionados con los Notebook, (ultraportátiles) que van a recibir; hoy, por mañana, puede ser un gran día. La incorporación de esta herramienta  a las vidas de estos críos de 10/11 años supone un salto al futuro, un viaje en más de 80 días alrededor del mundo que haremos juntos: la escuela, los padres y madres, los niños y las niñas... Entre todos tenemos que conseguir que el Toshiba no sea un aparato más, sino una puerta,no digo una ventana porque nosotros somos unos convencidos del software libre.
Yo entré a esto de la informática a través de los programas de Microsoft y, cuando he tenido que "sumergirme" en Guadalines, manifesté mis reticencias: el maldito rechazo a los cambios, a la innovación; pero día a día me voy impregnando de la filosofía de software libre: el conocimiento tiene que circular libremente.
Yo estudié Ciencias de la Educación en la UNED,
fui un universitario por correspondencia, experiencia de la que guardó un buen  recuerdo: mis tutores del Centro Asociado de Calatayud mostraban una disponibilidad total, su cercanía, a veces a cientos de kilómetros, era palpable y su lema está en esta filosofía:


"Si todo se mueve, lo que más se mueve es el saber"; mi traducción es algo doméstica, pero creo haber captado el sentido.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Marcela Serrano: El lenguaje

"Y el lenguaje: maldito y bendito a la vez, el  que nunca descansa, el que desenmascara todo, el que te sitúa en un espacio de mundo, el que te da identidad. También el que te hace mostrar la hilacha" .  ( Serrano, Marcela. Diez mujeres. Alfaguara 2001)
 Nueve mujeres, muy distintas entre sí y que nunca se han visto antes, se reúnen para compartir sus historias. Dan voz a sus conflictos delante de la décima protagonista, su terapeuta, que ha decidido reunirlas en la convicción de que las heridas empiezan a sanar en la medida en que se liberan de las cadenas del silencio.
No importa el origen ni la extracción social, la edad o la profesión, todas acarrean sobre sus hombros el peso del miedo, la soledad, las dudas, las inseguridades. A veces ante un pasado que no puede dejarse atrás; otras, ante un presente que no se parece a lo que habrían deseado, o un futuro que asusta por el vacío que encierra. Se enfrentan a cargas autoimpuestas o socialmente aceptadas, y no hay otro modo de deshacerse de ellas que tomando las riendas, conscientes de que al final vence el coraje y en esa lucha no están solas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Libertad. Jonathan Franzen

Jonathan Franzen realiza en Libertad un retrato minucioso de una familia del Medio Oeste americano a lo largo de varias décadas. Ahondando en la vida íntima de unos personajes tan cercanos como identificables, la novela es una incisiva radiografía de nuestro tiempo. Patty y Walter Berglund son miembros de una nueva y floreciente clase urbana, pioneros en la recuperación de un barrio degradado. Además de madre modélica y esposa perfecta, Patty es la vecina ideal, la que sabe dónde se reciclan las pilas y cómo escoger un colegio adecuado para los niños. Junto con su marido Walter, abogado ecologista y ferviente defensor de la bicicleta, aportan su grano de arena a la construcción de un mundo mejor. Sin embargo, la llegada del nuevo milenio pone la vida de los Berglund patas arriba.
Sacada de la revista literarioa Estandarte.

Para apreciar esta novela, hay que ser un moderadamente optimista y abierto a la realidad de la vida personal.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La escuela del siglo XXI

Viendo esta foto..., me voy a la Escuela Graduada Mixta de Bardallur, era allá por  1982 y comparo... El salto es impresionante.
Poco ha sido mi contacto con las escuelas  rurales; Bardallur ha sido el único pueblo de España donde he ejercido como maestro; guardo un grato recuerdo de sus gentes y de aquellos alumnos: Fuensanta, Daniel...; otros nombres han desaparecido de la memoria;  había un crío, de 6º de aquella añorada EGB, que venía después  de comer (comía yo en la escuela, las viandas que traía de casa) a jugar conmigo a Las Damas, pocas veces logré ganarle; recuerdo su cara pecosa, irradiando satisfacción cada vez que se "comía" todas mis fichas.
A pesar del pomposo nombre de Escuela Graduada;  en la escuela, éramos sólo dos maestros: una joven maestra, María, animosa y alegre,  con dos niños pequeños que se ocupaba de los párvulos y de los alumnos hasta 4º  y yo, que recogía en mi aula a los 15 alumnos de 5º a 8º.
 Diariamente, respetando los turnos semanales de los coches particulares: cada semana,íbamos en el coche de uno de los cuatro; bueno, yo tenía entonces un 4L, un TL (¿Turismo de Lujo) , hacía el camino hasta el pueblo con las maestras de los pueblos de la zona: Pleitas, Plasencia y Urrea de Jalón.
Bardallur, pueblo de ajos y fruta: cultivaban un tipo de peras, sanjuaneras les decían, que eran una delicia. Alguna vez, cuando paso cerca del pueblo, veo el desvío en la autopista: Bardallur, 7 km; siento el impulso de volver; espero hacerlo la próxima vez.

martes, 8 de noviembre de 2011

LA MODA VERDE

En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.

La señora pide disculpas y explica: "Es que no había esta moda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente."

Tiene razón: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos:
En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. Pero lleva razón, no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos. Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros.
Pero tiene Vd. toda la razón. No teníamos la moda verde en nuestros días.
Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no los había desechables.
Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios.
La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.
Pero está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.
Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio de futbol. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico.
En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad.
Pero claro que está Vd. en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.
Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las cuchillas de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquina afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.
Pero, eso sí, no teníamos una moda verde por entonces.
En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su mamá como taxista las 24 horas.
Teníamos un enchufe en cada habitación, no una regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales
desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente
de lo irresponsables que éramos los ahora viejos por no tener esta
maravillosa moda verde en nuestros tiempos.