El Reino de Navarra fue un reino europeo situado a ambas vertientes de los Pirineos occidentales. Sucesor del Reino de Pamplona, fundado en torno a la capital navarra circa 824, según establecen la mayoría de los historiadores. El reino de Navarra fue conquistado por Fernando el Católico en 1512 e incorporado a la corona de Castilla en 1515. Fue el último de los reinos cristianos en integrarse políticamente a la Monarquía española
Dentro de la abundante producción historiográfica que ha tratado la historia de los reinos de España sorprende la relativa escasez de obras que profundicen en el estudio del longevo Reino de Navarra (posterior al astur-leonés pero previo a los de Aragón y de Castilla). Quizás sus pequeñas dimensiones y la ausencia de grandes levantamientos armados o revolucionarios, ni tan siquiera en el conflictivo siglo XVII, han hecho que no despierte el mismo interés que otras regiones de la monarquía española, limitándose su análisis a obras de carácter más localista. Por esta razón destaca el interesante trabajo del catedrático Alfredo Floristán Imízcoz, El reino de Navarra y la conformación política de España (1512-841)*.
Son varios los geógrafos romanos que citan a los vascones, como Plinio, Estrabón y Ptolomeo, delimitando el territorio mediante la relación de sus ciudades: Oiasso (Oiartzun/Irún), Itourissa (Espinal), Iacca (Jaca), Alaunoa (Alagón), Segia (Ejea), Cascantum (Cascante), Graccurris (Alfaro), Calagurris (Calahorra), Andelos (Andión), Nemeturissa (Santa Criz de Eslava).Los primeros contactos de vascones y romanos pueden situarse en el siglo II A.C. Ya en 179 A.C. Tiberio Sempronio Graco funda Graccurris (Alfaro) en territorio vascón. La intensidad de los contactos aumenta durante las Guerras Sertorianas, Pompeyo se retira a estas tierras como retaguardia, lo que indica la confianza en su control, y funda Pompaelo (en el alto que actualmente ocupa la catedral) en 79 A.C., junto a un asentamiento indígena (en el alto que hoy ocupa el archivo de Navarra que en la edad media se conoció como Burgo de San Miguel).
La construcción de calzadas, como Ab Asturica Burdigalam de Burdeos a Astorga, el establecimiento de pesos y medidas, y en general, el orden romano, fomentó el comercio. En este sentido tuvo gran actividad la emisión de moneda de la ceca “Barskunes”. El hecho de emitir moneda, no frecuente en la península, denota la existencia de una civitas, que en el derecho romano da idea de una unidad organizada . En agricultura se inició el cultivo de la vid y el olivo y se implantaron nuevas tecnologías como el arado romano.
En general la romanización fue intensa como lo acreditan los vestigios arqueológicos de Pamplona, Andelos, Liédena, Santacara, Arellano, Santa Cruz y otros, denotando el nivel de integración cultural y, en muchos casos, la prosperidad económica. Aparecen nombres vascones entre los integrantes en las legiones romanas como los que figuran en el Bronce de Ascoli o en la Cohors II Vasconum con inscripciones de su participación en Germania, Britania y Mauritania.
Hasta 1512 (e incluso posteriormente) los rasgos del Reino de Navarra –o de Pamplona, como se conoció en sus orígenes- se asemejan a los del resto de reinos de la península: luchas constantes contra los musulmanes (que implican continuas pérdidas o ganancias territoriales); La batalla de Roncesvalles tuvo lugar el 15 de agosto de 778 (según otros autores, en alguna fecha no identificada de 8081), posiblemente en Valcarlos, en las proximidades del desfiladero de Roncesvalles del Pirineo navarro, cuando un gran ejército de vascones emboscaron una parte del ejército de Carlomagno, tras su invasión de la Península ibérica. La batalla ocurrió en el contexto de los intentos de realizar en la zona una Marca Hispánica carolingia, que en el territorio pamplonés se logró únicamente durante 10 años, del 806 al 816.
Escudo de Carlos I de España en la muralla de Viana, con las armas españolas de la Monarquía y las de Navarra en lugar preferente
📷Ignacio Gavira
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