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domingo, 18 de enero de 2009

"Mal de Escuela"

Mal de Escuela aborda la cuestión de la escuela y la educación desde un punto de vista insólito, el de los malos alumnos. Daniel Pennac, fue considerado un pésimo estudiante en su época sin ninguna razón aparente: su familia era de un nivel social y cultural elevado, no había problemas matrimoniales, sus hermanos mayores eran alumnos brillantes…, ninguna razón había para poder explicar sus problemas de aprendizaje.
Pennac estudia la figura del “alumno fracasado” otorgándole la nobleza que se merece y restituyéndole la carga de angustia y dolor que inevitablemente lo acompaña.
Mezcla así recuerdos autobiográficos y sus reflexiones acerca de la pedagogía y las disfunciones de la institución escolar, sobre el dolor de ser un mal estudiante y la sed de aprendizaje, sobre el sentimiento de exclusión y el amor a la enseñanza. Con humor y ternura, análisis críticos y fórmulas efectivas, ofrece una brillante y sabrosa lección de inteligencia. Mal de Escuela es la historia de una metamorfosis. De cómo un mal alumno llega a ser profesor y más adelante un escritor reconocido.
Este libro te hace reflexionar sobre el papel que tenemos que jugar los maestros en la escuela; tenemos que pensar primero en nuestros alumnos y después en las normas que nos imponen los ministerios de educación; trabajamos por los alumnos y no “para” el ministerio.
Para ello, es imprescindible que se forme al profesorado en tutoría, estrategias de resolución de conflictos y tratamiento de la convivencia; aunque, en ocasiones, y según nos cuenta Daniel Pennac en su último libro “Mal de escuela“, la falta de conocimiento puede suplirse con sentido común, profesionalidad y amor al alumno al que tendríamos que considerar no sólo como individuo que nos genera problemas, sino como persona que los padece.
“Los profesores que me salvaron -y que hicieron de mí un profesor- no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas, ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente, se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más… Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida”.
Pennac recuerda a aquellos profesores que le ayudaron a salir de su situación de “fracasado” escolar; profesores que sin apoyo de psicólogos, orientadores y todas esas profesiones “paraescolares” que ahora “tecnifican” la escuela, le hicieron remontar, salir de su situación de "ahogado" escolar. Nos repite con cierta frecuencia la palabra amor, amor a la materia enseñada, amor a sí mismo, amor a los alumnos…


Yo he reconocido en mis compañeras y compañeros del CEIP F.G. Lorca a esos profesores que tendieron un mano a Daniel Pennac: verdaderas maestras y maestros comprometidos con los alumnos que reciben.

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