Dublín se está convirtiendo en una ciudad afectivamente cercana. Los lugares se llenan de afectos y cobran un sentido diferente. Mi hijo mayor nos va a convertir en abuelos, vive aquí y esta circunstancia hace que la capital de la República de Irlanda adquiera un significado diferente, cercano y expectante.
Cuando se casaron, Elodie y mi hijo, ya tuvimos inesperadas, por desconocidas, sensaciones; ahora, habrá que ir elaborando una nueva figura que nos concierne: la de abuelos que viven lejos y habrá que conjurar las distancias para acercarnos afectivamente al nieto/a.
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