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sábado, 14 de febrero de 2015

Ibn Zaydun y la princesa Wallada

Ibn Zaydun y la princesa Wallada



JOSE ANTONIO López García 14/02/2015
Esta es, en pequeños rasgos, la historia de amor de dos poetas cordobeses: la bella princesa omeya Wallada y el apuesto poeta Ibn Zaydun, que hoy, 14 de febrero, día de los enamorados, conviene recordar porque "Córdoba Enamora".
La pasión de estos poetas tuvo lugar en Córdoba, capital de al-Andalus, durante una época convulsa (siglo X), dos jóvenes dieron rienda suelta a los sentimientos más puros e intensos. La princesa Wallada era hija del califa omeya al-Mustakfi y Amina, una esclava cristiana. Tuvo una infancia feliz y una educación acorde a su rango social, Ibn Hazun como maestro. Su adolescencia transcurrió paralela a la agonía del Califato. La hermosa Wallada, cuando decidió no llevar velo, gozó de una libertad inusual para una mujer de su época.
Participaba en las tertulias poéticas con los intelectuales, dando amplias muestras de su valía como poetisa en un salón abierto por ella. Un cronista afirmaba: "Aquel salón era lugar de reunión de los nobles del país y su patio era como un campo de carreras para los caballos de la poesía y la prosa mezclado eso con la pureza de sus vestidos. Por ser, sin embargo, despreocupada y demostrar sus pasiones, la crítica se abrió camino para hablar contra ella".
Ibn Zaydun, joven noble de excelente posición, sin duda el intelectual más elegante y atractivo del momento, acudía al salón de la bella Wallada de cuerpo esbelto, de tez blanca, ojos azules, rubia-pelirroja. Una noche de tertulia, sus miradas se cruzaron, sus corazones comenzaron a latir como si de una danza se tratase. Ibn Zaydun encendido de amor, visitaba el salón de Wallada todos los días, sólo para contemplar la belleza de aquella extraordinaria mujer. Ella también había quedado fascinada por la penetrante mirada del poeta y el sonido grave de su voz. Se enamoraron. Comenzó así una apasionada historia de amor, que debían mantener en secreto. De ahí que decidieron expresar sus sentimientos a través de la poesía.
Wallada escribía estos versos dedicados a Ibn Zaydun: "Espera mi visita cuando apunta la oscuridad/ Pues opino que la noche es más encubridora de los secretos".
Ibn Zaydun la describe así: "Aquella muchacha de ojos bellos,/ de fragancia deliciosa,/ de aliento perfumado, de aroma penetrante,/ me tendió su fina mano, y comprendí/ que era hermosa mujer de mirada seductora/ ...Cuando me ofrece jazmines en la palma de su mano/ recojo estrellas brillantes de la mano de la luna".
Cuando Ibn Zaydun debía ausentarse de Córdoba por actividades políticas, le escribía: "Cuando tú te uniste a mí/ y te fundiste conmigo/ como el alma se funde con el cuerpo,/ enfureció a los detractores/ el lugar que yo ocupaba en ti: en el corazón de todo rival/ arde la llama de la envidia".
Lamentablemente, la intuición de Ibn Zaydun contenida en estos dos últimos versos no tardó en convertirse en realidad. Ibn Zaydun contaba con enemigos que le envidiaban sobre todo por su relación con Wallada. Una esclava de Wallada puso en marcha todas sus armas de seducción hasta que Ibn Zaydun se dejó envolver. Cuando "su presa" había caído en el engaño, se hizo pública la supuesta traición.
Wallada montó en cólera. Su orgullo estaba dolido, su prestigio dañado, su vida pública se vio salpicada por este escándalo. Ella no pudo o no supo perdonarlo. El pobre Ibn Zaydun, desesperado, se deshizo en explicaciones y disculpas. Ibn Zaydun solo sabía llorar de amor, hizo todo lo posible por obtener el perdón de la hermosa princesa, pero ella no dio su brazo a torcer. Este por su parte, quedó desolado, muerto de amor, deambulaba por la calles de Córdoba completamente abatido. Ni se acercaba al salón literario. Ibn Zaydun arrepentido, roto de dolor, hizo lo imposible para obtener su perdón: "Desde que estás lejos de mí, el deseo de verte consume mi corazón y me hace lanzar torrentes de lágrimas/ mis días son ahora negros y/ antes, gracias a ti,/ mis noches eran blancas".
No hubo arreglo, mas la pareja quedó grabada en los cantos de amor populares y en los círculos culturales de la época como prototipo de enamoramiento. En el Campo de los santos mártires les rinde Córdoba un homenaje con la escultura de las manos.
* Licenciado en Ciencias Religiosas

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