El país continúa su avance por unos años más, cultivandose en su cultura y tradiciones romanas. La educación, el aprendizaje, el idioma y el derecho, romanos, se preservan. Incluso la economía próspero, libre de los impuestos romanos.
Sin embargo, a mediados del siglo V, las tribus de anglos y sajones irrumpen en el hasta entonces pacífico país.
Los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre como fueron las migraciones hacia la Gran Bretaña. Algunos dicen que fueron en grandes grupos de tribus de origen juto, sajón o anglos, que arrasaron el sur de la isla, saqueando, quemando y destruyendo todo a su paso. Según está teoría, los habitantes romano-britanos huyeron hacia la Bretaña francesa.
Otra teoría menciona que fueron oleadas de inmigrantes en una cantidad menor, que se impusieron sobre la población local como una elite gobernante que aculturó a la población existente. Un caso como el ocurrido en Hispania o Galia con los visogodos o francos.
Cómo fuere, estos grupos desplazaron a los gobernantes romano-britanos y se repartieron los territorios de la isla, con la excepción de Gales, Cornualles y el norte de la isla y el sur de Escocia.
De este reparto territorial nació la Heptarquía anglosajona, cuyos estados emergieron durante el siglo VI.
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