En Flandes, no doblan las películas: las proyectan en la versión original subtituladas en holandés; eso parece explicar que la mayoría de la población hable inglés y conozca otras lenguas.
Ayer, domingo 9 de mayo, fuimos a ver una película que me ha parecido muy interesante: ¡Y también la lluvia de Itziar Bollaín!
La película nos traslada a Bolivia en el año 2000 para narrarnos hasta tres historias paralelas, relacionadas entre sí de diversa manera. La principal, de la que derivan las otras, es la de un equipo español que pretende rodar una película centrada en la conquista de América; más concretamente en la injusta situación vivida por los indígenas y en el enfrentamiento, por este motivo, entre algunos miembros de Iglesia y el Imperio.
El verdadero protagonista de ‘También la lluvia’ es Juan Carlos Aduviri. Sobre él debería recaer el peso de la narración, porque está sensacional en su doble papel de Daniel, luchador padre de familia, y Hetuey, líder indígena. Mientras la cámara lo enfoca, la película se llena de energía y alcanza su mejor tono, el drama se vive, se siente, se palpa.
La película se rueda en Cochabamba, donde la privatización y venta del agua a una multinacional siembra entre la población un malestar tal que hará estallar la tristemente famosa Guerra Boliviana del Agua (abril del año 2000). Quinientos años después del descubrimiento de América, palos y piedras se enfrentan de nuevo al acero y la pólvora de un ejército moderno. Pero esta vez no se lucha por el oro, sino por el más imprescindible de los elementos vitales: el agua.
La película nos muestra que la situación social de los indígenas no ha variado desde la Conquista.