Anduve por Zaragoza aprovechando las vacaciones de agosto y, al volver a Córdoba, ciudad en la que resido desde septiembre 1985, asimilo los "descubrimientos" hechos de mi ciudad, de las gentes que conformaron Aragón y, durante unos días, profundizo en lo aprendido: renuevo mi condición aragonesa, al menos, afectivamente. Aragón es el lugar al que volver, el lugar de la infancia y, dicen, la vida es la eterna vuelta a la infancia.
No todo se reduce a Goya.
No todo se reduce a Goya.