Helvia Paulina llegó a Córdoba para casarse a los 15 años con un hombre muy mayor, Lució Aneo Séneca “El viejo”. Culta, refinada, de familia acomodada, interesada en la filosofía y la política. Los tres hijos que tuvo antes de enviudar del anciano marido le permitieron gozar del ius trium liberorum, la capacidad para administrar su patrimonio y no estar sometida a tutela. Multiplicó extraordinariamente su patrimonio y el de sus hijos y los educó de tal suerte, que Séneca vivió marcado por ella.
Cuando Séneca fue desterrado por un Nerón poseído por los celos, dado que en Roma el cordobés era más admirado que el propio emperador, el filósofo le escribió a su madre “Consolación a Helvia”. Desde la admiración y la devoción, el filósofo quiso consolar a su madre de los infortunios de la vida y del pesar que sabía le causaría su muerte. En su cabeza tal vez ya rondaba el suicidio. Esa carta es el compendio del pensamiento estoico y el perfecto manual de cómo enfrentarnos al dolor.
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