Cuando Séneca fue desterrado por un Nerón poseído por los celos, dado que en Roma el cordobés era más admirado que el propio emperador, el filósofo le escribió a su madre “Consolación a Helvia”. Desde la admiración y la devoción, el filósofo quiso consolar a su madre de los infortunios de la vida y del pesar que sabía le causaría su muerte. En su cabeza tal vez ya rondaba el suicidio. Esa carta es el compendio del pensamiento estoico y el perfecto manual de cómo enfrentarnos al dolor.