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jueves, 19 de octubre de 2023

Emigrantes

 


domingo, 2 de julio de 2023

sábado, 31 de diciembre de 2022

Los hijos de mi hija

 * En Sensacine

El "juez de hierro"
Rechazo a los emigrantes.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Náufragos en la ciudad. Sierra i Fabra

Cuatro son emigrantes escapados de la violencia de sus orígenes y uno es adoptado. Los cinco se hacen preguntas, los cinco conviven con una cultura que no es la de sus padres y han de hablar una lengua que no es la de sus orígenes. Una profesora tratará se aglutinar sus emociones para encauzar sus nuevas vidas.

* Jordi Sierra i Fabra en el blog

sábado, 26 de noviembre de 2022

El viaje de Nisha

Nisha es una adolescente paquistaní que vive en Noruega y que se ve obligada a respectar las estrictas normas impuestas por su familia. No obstante, de puertas para afuera, Nisha trata de disfrutar de las libertades de una joven de su edad aunque esto suponga atentar contra dicho principios.

El choque sociocultural de la 2da generación de los emigrantes.

* Yo quiero ser como Beckham está ambientada en Inglaterra y aborda la misma temática.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Cristina Peri Rossi. Premio Cervantes 2021

 


* Cristina Peri Rossi. Premio Cervantes 2021

* 5 poemas

Nací en una ciudad triste

de barcos y emigrantes

una ciudad fuera del espacio

suspendida de un malentendido:

un río grande como mar

una llanura desierta como pampa

una pampa gris como cielo.

 

Nací en una ciudad trist

fuera del mapa

lejana de su continente natural

desplazada del tiempo

como una vieja fotografía

virada al sepia.

 

Nací en una ciudad triste

de patios con helechos

claraboyas verdes

y el envolvente olor de las glicinas

flores borrachas

flores lilas

 

Una ciudad

de tangos tristes

viejas prostitutas de dos por cuatro

marineros extraviados

y bares que se llaman City Park.

 

Y sin embargo

la quise

con un amor desesperado

la ciudad de los imposibles

de los barcos encallados

de las prostitutas que no cobran

de los mendigos que recitan a Baudelaire

 

La ciudad que aparece en mis sueños

accesible y lejana al mismo tiempo

la ciudad de los poetas franceses

y los tenderos polacos

los ebanistas gallegos

y los carniceros italianos

 

Nací en una ciudad triste

suspendida del tiempo

como un sueño inacabado

que se repite siempre.

martes, 3 de septiembre de 2019

domingo, 18 de marzo de 2018

Centro Miguel Hernández, Herstal.


Entre el 96 y el 2002, los maestros tuvimos algunas reuniones allí para tratar asuntos de las Clases de Lengua y Cultura española.





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miércoles, 9 de octubre de 2013

¡Van a por las ALCE!

Wert cierra el ALCE de Basilea

ago 1st, 2013 | By | Category: Burocracia Exterior, Burocracia Exterior

Ignacio Wert
El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, ha sancionado la supresión de la Agrupación de Lengua y Culturas Españolas (ALCE) de Basilea, en Suiza. La desaparecida agrupación será integrada en la ALCE de Berna, la capital del país centroeuropeo, a través de la Consejería de Educación española en Suiza.

Las ALCE son estructuras organizativas superiores integradoras que tienen por objetivo impartir enseñanzas de lengua y cultura española, vinculadas al Instituto Cervantes. Están reguladas por la Orden EDU/3122/2010, de 23 de noviembre

Las ALCE de Berna y Basilea se crearon en Suiza a través de una Orden del 1 de Octubre de 1987. El objetivo de la unificación es mejorar la organización de las actividades y la “optimización de los recursos humanos y materiales”, según el BOE firmado por Wert, quien también aseguró que había una “disminución en el número de alumnos y profesores”.

No al desmantelamiento de las clases de español, ni al cierre de la Agencia Consular, de la ALCE, ni de la Consejeria de Empleo de Basilea, Suiza 

martes, 22 de septiembre de 2009

¡GRACIAS, HERMANOS AMERICANOS!

En el curso 2007-2008, se unió a mi grupo de alumnos de Sexto de Primaria una niña procedente de Ecuador, concretamente de Guayaquil, se llama Ingrid. Anda ahora en 2do de ESO. Sorprendió por su acento, sus modales y su rico castellano. Una cría que tuvo, desafortunadamente, que sobreponerse al rechazo de parte de sus compañeras que no supieron acogerla como merecía y darle el calor que se necesita cuando llegas a tierra extraña.

Y al leer este artículo de Rosa Montero, acudió a mi memoria la experiencia que significó ayudarle a integrarse en nuestro país.

Aprendiendo modales en el supermercado

Rosa Montero

Hace algunos días, una amiga mía estaba haciendo cola delante de la caja de un supermercado. Era una hora punta y había mucha gente. Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo: “Buenas tardes”. La cajera, una chica de aspecto andino, levantó sobresaltada la cabeza de su afanoso marcar y marcar. “Ay, señora, perdone, buenas tardes”, dijo con su suave acento ecuatoriano: “Es que una termina perdiendo los modales”. Y, mientras cobraba, le contó a mi amiga que llevaba cinco años en España y que, cuando llegó, se le habían saltado las lágrimas en más de una ocasión por la rudeza del trato de la gente: no pedían las cosas por favor, no daban las gracias, a menudo ni contestaban sus saludos. “Al principio pensaba que estaban enfadados conmigo, pero luego ya vi que eran así”.

De todos es sabido que el español tiene modales de bárbaro. Aún peor: consideramos nuestra grosería un rasgo idiosincrásico y hasta nos enorgullecemos de ella. “Somos ásperos pero auténticos”, he oído decir en más de una ocasión. Y también: “Es mejor ser así que andarse con esas pamemas hipócritas y cursis que se gastan otros pueblos”. Y por pamemas cursis nos estamos refiriendo pura y simplemente a la buena educación. En muchas cosas, por desgracia, seguimos siendo un país de pelo en pecho al que le gusta alardear de ser muy macho.

Resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero y tan zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo. Hoy todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido en España barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres. En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de derechas. Me temo que defender los buenos modales, como hago en este artículo, puede parecerles a muchos una reivindicación casposa y obsoleta. Pero en realidad los buenos modales no son sino una especie de gramática social que nos enseña el lenguaje del respeto y de la ayuda mutua. Alguien cortés es alguien capaz de ponerse en el lugar del otro.

Dentro de esta educación en la mala educación que estamos llevando a cabo de modo tan eficiente, son los chicos más jóvenes quienes, como es natural, aprenden más deprisa. No sólo es bastante raro que un muchacho o una muchacha levanten sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más renqueante y temblorosa que imaginarse pueda, sino que además empieza a ser bastante común ver a una madre por la calle cargada hasta las cejas de paquetes y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos que va tocándose las narices con las manos vacías y tan campante.

Algunas de estas madres llenas de impedimenta y acompañadas de hijos caraduras son emigrantes, lo que demuestra la inmersión cultural de la gente extranjera: las nuevas generaciones crecidas aquí enseguida se hacen tan maleducados como nosotros. Pero, por fortuna, también sucede lo contrario. Quiero decir que, en los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero. ¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas? Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado. Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica. Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos.