Siempre lo llamé Delibes, sin el Miguel. Recuerdo que lo primero que le leí fue “La sombra del ciprés es alargada”; este libro me costó acabarlo y Delibes quedó relegado; pero, en 1976, mientras hacía el servicio militar en Córdoba, un compañero que también era maestro, y juntos nos ocupábamos de la labor de alfabetizar a los soldados de nuestro escuadrón, estábamos en el Grupo Ligero de Caballería II; me habló de “El príncipe destronado”, propuso este título para formar parte de los libros que íbamos a comprar para la biblioteca que estábamos formando en el Escuadrón: tuvimos la suerte de tener un capitán “ilustrado”, quería que los soldados bajo su mando tuvieran acceso a la lectura; fuimos montando una biblioteca y una hemeroteca en los locales de las aulas que teníamos los maestros para dar las clases de alfabetización.
Y, a raíz de “EL príncipe…”, fui leyendo a Delibes: Viejas historias de Castilla la Vieja, La hoja roja, Diario de un emigrante, Las guerras de nuestros antepasados, 5 horas con Mario, El hereje, Los santos inocentes, El disputado voto del señor Cayo y otros títulos que ahora no me vienen.
Un curso, leí con mis alumnos de 8º de EGB Las 5 horas…; era por 1978, este libro me dio la oportunidad de dialogar con mis alumnos, en aquel tiempo de cambio, sobre las posturas éticas frente a la vida.
Y, a raíz de “EL príncipe…”, fui leyendo a Delibes: Viejas historias de Castilla la Vieja, La hoja roja, Diario de un emigrante, Las guerras de nuestros antepasados, 5 horas con Mario, El hereje, Los santos inocentes, El disputado voto del señor Cayo y otros títulos que ahora no me vienen.
Un curso, leí con mis alumnos de 8º de EGB Las 5 horas…; era por 1978, este libro me dio la oportunidad de dialogar con mis alumnos, en aquel tiempo de cambio, sobre las posturas éticas frente a la vida.