jueves, 31 de enero de 2008

EL PROFESOR.


He vuelto a encontrarme con él ; supongo que no por casualidad , este es un libro-refugio: una narración a la que se acude para revitalizarse, para poder seguir cuando, después de cinco clases diarias, vuelves a casa con la cabeza llena del barullo del aula.
Sostiene que a los profesores se les felicita por tener TTL (Tanto Tiempo Libre) y que se habla de nosotros con cierta condescendencia nacida cuando, en la lejanía temporal, nos invade la nostalgia de una infancia lejana e idealizada.
Sostiene Mc-Court que "En Estados Unidos se admira y se premia a los médicos, a los abogados, a los generales, a los actores, a la gente de tv y a los políticos. No a los profesores. La enseñanza es la fregona de las profesiones".

Por estas páginas llenas de vida y aulas, de jóvenes inmigrantes de todo el mundo, desfila un catálogo de seres que McCourt rescata del anonimato, devolviéndoles la dignidad de su vida humilde, rehumanizando ante el lector las cifras de las que se nutren las estadísticas, las fábricas, el ejército. Nos ofrece la otra cara del sueño americano. Desde finales de los 60, nuestro autor se enfrenta a generaciones de adolescentes, y nos muestra la pedagogía de la experiencia, la fragilidad de un profesor que procede también de la parte menos favorecida de la sociedad, la indefensión del docente ante tanta
debilidad y dureza en sus aulas.

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