La verdad es que está siendo fácil eliminar las bolsas de plástico que antes nos daban en
los supermercados, ha bastado simplemente que nos cobraran unos céntimos por cada una; similar táctica habían empleado en países como Bélgica, Holanda o Alemania.
Esto ha hecho aparecer un viejo olvidado: los
carritos de compra; además, el
carrito ha conseguido que vayamos caminado a comprar.
Nosotros, mi familia, intentamos hacer la compra en los establecimientos de nuestro barrio, evitamos ir a los grandes centros comerciales porque los pequeños supermercados y las tiendas del barrio hacen que estos sean vivos, facilitan la
comunicación entre los vecinos y ayudan a la
cohesión social: nada más efectivo que intercambiar algunas frases comprando el pan o un kilo de patatas para relacionarse y establecer puntos de contacto entre seres que ocupan un mismo espacio.