E acaeció que un día, estando en Córdoba en el mes de febrero, cayó una nieve; e, cuando Ramaiquía la vio, comenzó a llorar; e preguntóle el rey por qué lloraba e ella díjole que porque nunca le dejaba en tierra que viese nieve.
E el rey, por le hacer placer, hizo poner almendrales por toda la sierra de Córdoba; porque, pues Córdoba es tierra caliente e non nieva allí cada año, que en febrero pareciesen los almendrales floridos e semejasen nieve, por le hacer perder el deseo de la nieve.(Infante don Juan Manuel, El Conde Lucanor)
Impulsados por la lectura de este artículo, llegamos hasta Guadalcázar
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