Gerard mortier (Gante, 1943) , director artístico del teatro real, de origen flamenco, reflexiona aquí sobre la victoria del partido N-VA en las recientes elecciones de bélgica. Los resultados son buena noticia, asegura Mortier, que contradice así los análisis mayoritarios vertidos en la prensa europea. La prueba es que su líder, Bart de Wever, y el presidente de los socialistas valones, Elio di Rupo, ya se han tendido la mano
El título de la famosa novela de Hugo Claus (La pena de Bélgica) es el que mejor se adapta para comentar lo que se ha podido leer en la prensa extranjera sobre las elecciones en Bélgica. Más que nunca, existe la convicción de que Europa necesita con urgencia una enseñanza de historia europea, más que nacional. Solo en algunos periódicos alemanes se podían encontrar comentarios bien fundados sobre la situación belga. El editorial aparecido en Le Monde dos días después de las elecciones rozaba la caricatura, tanto en su análisis como en su intención tendenciosa sobre Bart de Wever, presidente del partido ganador, el N-VA. Uno creía haber regresado de nuevo a 1830, año de la independencia de Bélgica y fecha en la que uno de los fundadores del país formuló aquella frase histórica: "Bélgica será francesa o no será".