domingo, 8 de noviembre de 2020

Árboles del Cementerio de San Rafael Córdoba

 En el cementerio de San Rafael, también del siglo XIX, aunque algo más tardío que el de la Salud, lo primero que nos llama la atención es el cerramiento, realizado en reja y pilares de arenisca hoy pintados en color albero, resultando a la vez tradicional y acorde con el aspecto neoclásico de la fachada principal de entrada.

Este cerramiento da paso a un pequeño jardín interior previo al cementerio propiamente dicho en el que ya descubrimos, entre grandes eucaliptos, un gran ejemplar de árbol del amor (Cercis siliquastrum) y otro árbol que sin ser tan viejo, es sin embargo bastante raro en Córdoba: un azufaifo (Ziziphus lotus), árbol frutal más conocido antaño y frecuentemente usado como ornamental.

El diseño del cementerio en planta revela espacios rectangulares de diferentes

 épocas de creación y también con características constructivas diferentes. 

El más interesante en cuanto al paisaje que genera es, sin duda, el que se abre 

ante nosotros cuando accedemos por la puerta principal. En él se encuentran 

los enterramientos más ilustres y el diseño en sí presenta cierta gracia y singularidad. 

Dos ejes perpendiculares, pavimentados de mármol y flanqueados por viejos cipreses

 resaltan levemente en la retícula que forman caminos secundarios, panteones, 

enterramientos, y cómo no, otra vez alineaciones de cipreses. Algunas notas de

 color como la verbena morada consiguen prestarle la seriedad y el rigor

 propios de estos lugares. El espacio resulta cerrado por una galería porticada 

con edificios de bovedillas, recordándonos a los grandes claustros conventuales. 

Algún elemento singular como los laureles que rodean la tumba de Julio Romero 

de Torres o las dos palmeras canarias de la entrada acompañan 

al serio verde de los cipreses centenarios.

Conforme nos alejamos hacia el sureste por la puerta que se abre en la galería, 

cipreses infinitos nos aguardan jalonando y dando sombra a las tumbas que a veces

 en suelo, otras veces en panteones o en edificios altos de bovedillas llenan

 los distintos espacios. Nuevas superficies se ajardinan, recuperando más

 amplitud y dándole más protagonismo a la jardinería.

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